El desencanto de la homosexualidad

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Texto y Fotografía: Eriko Stark (https://www.facebook.com/eriko.pantera).

Es impredecible cuando luchas constantemente por defender tu homosexualidad y lo que representa dentro y fuera de ti mismo: desde cómo te concibes, la mirada externa en ti, tus amigos, conocidos o relaciones amorosas. Pero cuando la homosexualidad te da la espalda, te desencanta e incluso te molesta, entras en la terrible idea de que ser homosexual apesta.

Es difícil defender una postura con uñas y dientes, dejarle de hablar a algún amigo, familiar y convertirte en un sujeto que puede parecer radical u hostil ante las personas por decirnos una y otra vez “Soy orgulloso de ser homosexual”, sin embargo el orgullo se acaba cuando comienzas a vivir situaciones o experiencias que te hacen odiar tu homosexualidad a todo nivel.

Conocer a homosexuales actualmente se ha convertido en una cuestión muy compleja. Los primeros remanentes de la homosexualidad son los que te rodean en tu entorno familiar con algún pariente, vecino o conocido cercano. Luego la interactividad va moldeando tus relaciones afectivas decidiendo como asimilar tu comportamiento homosexual (Sea este muy reservado, abierto o visto de formas diversas).

Tener una aceptación de tu sexualidad es distinto al comportamiento social, el desencanto se da en la actitud que toman muchos chicos absorbidos por una tendencia externa; vale más crear una imagen que nadie pela, pero saber con seguridad que esa imagen será envidiada e inalcanzable. Las actitudes del homosexual que busca un estilo de vida similar al de una diva, una Barbie o una estrella cuando las aspiraciones de la ciudad alcanzan para ser un Paparazzi mediocre.

El desencanto no solo nace de la pose y las actitudes que una persona genera, tal vez los ideales que uno busca lo obligan o lo encausan a comportarse como un ególatra, renunciando en parte a la humildad del simple sujeto. Levantarse del piso, criticar, mirar a las personas como menos con aires de racismo: Se sienten guapos con cara de Tízoc. Pinche pasiva nefasta, se siente soñada. Yo no marcho porque eso es de locas, soy un homosexual normal”. La normalidad en la homosexualidad no existe porque no hay un desarrollo sano en la convivencia entre homosexuales.

Mucha de la realidad y se llega a escuchar que entre en homosexuales no se llevan, y si logran entablar una amistad es por el motivo de su preferencia, “Los hombres son su motor y guía”. El cliché en el homosexual de convivencia se parece al “Chisme”.- entendamos al chisme como las murmuraciones verdaderas o falsas que se hacen a una persona, objeto o lugar que se tienden a ver mal educadas, porque hablan de la traición y la desconfianza. La homosexualidad cae en la desconfianza.

Pero hablando de desencanto en mi opinión personal conocer a hombres que aman a otros hombres se ha transfigurado con violencia. Ya no solo va en la cuestión pasiva o activa que se tienen en su lucha por la etiqueta. El ser humano es complejo por naturaleza, pero la educación, valores, gustos, pensamientos e ideas de muchos y muchos que he llegado a conocer en persona a partir de las redes sociales y medios cibernéticos apuntan al dolor de ser dependiente de una pareja: “Todos buscamos a un hombre, pero las formas de buscar, pedir, interactuar dan asco entre nosotros”.

La liberación sexual es comprensible: la estética, la belleza y la higiene son preceptos sociales que nuestro país (Y todo occidente) nos ha impuesto; los medios de comunicación que promueven (es divertido saber que muchos de estos mass media son hechos por personas homosexuales que sufren este desencanto a su raíz) estos estilos de vida super orgánicos cargados de ficciones entre lo fashion y lo espectacular termina siendo una copia cíclica.

He conocido a hombres que tienen cuerpos escultóricos, que les ha costado mucho trabajo lograr esa determinación física exigiendo que sus parejas sean igual o similares. He conocido a hombres que se asumen como mujeres con pinta de hombres varoniles, sus actitudes y ademanes exagerados son una demostración de que ellos pueden serlo (aunque la ilusión persista siguen siendo hombres). He conocido a hombres que en una cita van con una actitud pésima; se quejan del restaurante o café, se quejan del mal servicio, de los malos productos comparando constantemente lo que deberían de ser las cosas. Un par de ejemplos: Deberían de ser guapos. Un mesero o mesera feos no dan buena imagen al negocio. A mí me gusta el tea chai normal, el que sabe a canela. En todo restaurante o café debe haber tea chai y no chai de sabor. Me molesta viajar en metro, está siempre lleno de nacos ¡Qué horror!”.

He conocido a hombres que no se asumen como gays, pero tienen la preferencia; se hacen llamar hombres normales y les molesta que sean catalogados como homosexuales. La etiqueta homosexual es la diferenciación y termino lingüístico que se hace de la preferencia sexo erótica.

El desencanto no mide condición ni educación: desde la persona más educada, hasta la más ignorante genera desencanto, poco a poco muchos de los ideales que se tienen se hacen caca; como esos ojos con los que miran cuando desprecian algo, esa llamada “Barrida o Bufada”, es el “Chinga a tu madre por ser un puto feo”. El racismo es tremendo cuando vivimos en un país latino, con problemas de aceptación cultural y étnica; problemas de sobrepeso, autoestima; esta dismorfia homosexual cada vez nos hace daño.

El desencanto homosexual nació desde pequeño. Un joven travesti me recrimino por no aceptarme desde los 10 años. Los heterosexuales me criticaban por no decirlo abiertamente, cuando lo hice fui criticado por otra parte de heterosexuales que les molestaba mi abertura, incluso las dos partes criticadas por otros homosexuales.

Los que aspiran a ser aceptados con máscaras de mentiras, los que luchan por la reputación; los materialistas que solo les importa ponerse bonitos y deseables para chichifear. Muchos que son aceptados y solo se dedican a vivir una vida repetitiva entre el trabajo y el antro, los que están buscando hombres en cualquier lugar físico o digital exigiendo un cuerpo como un producto. Luchar y defender a esas personas que entre ellas mismas se dan la espalda se hacen daño es una mortal conclusión y no se diga el amor, este amor líquido que cada vez es más visible.

El desencanto total me sucedió el día que conocí a un hombre en una cita. Platicamos en un café mexicano de renombre donde toda conversación se la paso criticando todo lo posible, logró causar una tremenda incomodidad, ignoraba cuando hablaba por estar pegado a su celular y arreglándose el cabello. Era un hombre mayor de 27 años y le tiraba mierda a un chavito de 15 que se sentía un Barbie boy. Toda la plática fue de las relaciones de pareja y todas las escenas habidas y por haber terminaron en una discusión final donde la respuesta fue “Si soy un mamón, porque yo soy auténtico”.

La autenticidad no proviene de la moda, porque la moda que un reflejo de la copia o impacto; mientras más se apaguen a la moda, menos auténticos serán.

Mi desencanto hacia los homosexuales fue un reflejo de tantos años. Sin embargo aún sigo buscando amar a alguno.

6 pensamientos en “El desencanto de la homosexualidad

    • La idea de la Misantropía, poco a poco llegara a un Nihilismo de entendimiento social. Me gustaría decir que no, pero en un contesto mexicano, pasa mucho la discriminación y el rechazo entre personas de la misma visión cultural.

      • Los mexicanos siempre vamos hacer así, por lo típico, »no es lo normal». Pero no ve »anormal» beber hasta caer rendido (por no decir borracho patético), ser hipócrita, no dar la mano a quién la necesita, ver televisión patética, no progresar personal/profesionalmente, etcétera maneras de no ser »anormal».

  1. Hay dos textos que explican mucho parte de estas decadencias. El primero de ellos es «Vida de consumo» del autor Zygmunt Bauman. El segundo de ellos es un copilado de ensayos escrito por Carlos Fuentes titulado «En esto creo».

  2. Estoy de acuerdo con esta reflexión profunda acerca del tema. Y con ánimo de hacer una crítica constructiva, creo que hay errores en el texto que pueden causar confusión. De scuerdo con el contexto, hay una palabra que debía ser «actitud» y no «aptitud», ya que son cosas muy distintas. Y hay otros errores ortográficos, tal como «letreado», cuando lo correcto es «letrado». Sugiero respetuosamente una revisión del texto para hacer las correciones que corresponda, con la finalidad de que se trasmita correctamente al lector la esencia del texto.

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